Referees

El presente de Chivas continúa siendo una pesadilla. Después de exorcizar a Víctor Vucetich, el supuesto demonio, el equipo sumó su tercer partido sin conseguir triunfos. Para peor, la última derrota vino en casa y ante Atlas, su enemigo número uno en el reino tapatío.

Gran parte de la derrota puede justificarse en el hecho de que Chivas sufrió dos expulsiones antes de los 30 minutos y que el penal que hizo la diferencia dejó una tonelada de dudas.

El Clásico Nacional entre América y Chivas pudo haber terminado con un mezquino 0-0, pero ninguno de los 60.000 espectadores que acudieron al Azteca ni los millones que lo vieron por TV podrán decir que fue un partido aburrido. Hubo oportunidades para ambos equipos y una larga lista de polémicas alimentadas por el mal arbitraje de César Arturo Ramos y un VAR que miró para el lado en un par de jugadas que merecían tarjetas rojas.

La medida de un buen arbitraje es pasar inadvertido durante los 90 minutos de juego. Fernando Hernández Gomez, silbante del Monterrey vs Tigres, de seguro pretendía cumplir con el objetivo, pero su nombre inevitablemente será parte de la conversación en torno al partido. No por un mal desempeño, per se, sino que por su innegable y accidental colaboración en uno de los goles con que Rayados se quedó con la victoria.

Cuando un equipo es campeón, sus aficionados no quieren despertar. El sabor del triunfo y la sensación de ser invencibles son adictivos y difícil de abandonar. Todos sabemos, sin embargo, que algún día la realidad volverá a morder.

En el universo del Cruz Azul, actual monarca de la Liga MX, esa mordida ocurrió ante el Monterrey, en las semifinales de la Champions League de la Concacaf. Y ¡ouch!, qué dolorosa fue.